Es curioso resaltar que habitualmente el signo de Escorpio viene simbolizado por una serpiente, por un escorpión o por un águila. Este simbolismo procura establecer tres grados o tres estados de la evolución del discípulo:
- La serpiente representa al hombre atrapado en su naturaleza inferior o personalidad (cuerpo físico, cuerpo emocional y cuerpo mental), está identificado con la materia y vive una vida materialista.
- El escorpión simboliza a un hombre más avanzado que el anterior, de forma que en ocasiones la personalidad es conducida por sus aspectos superiores. Percibe el magnetismo y la seducción de la materia y arduamente procura librarse de su engaño e ilusión.
- El águila encarna al discípulo liberado de la materia (vuela ya) y ubica su morada en las alturas de los reinos superiores. Discrimina y comprende su propia divinidad y, por ello, es capaz de eludir el engaño e ilusión de la materia. El águila representa la consumación del signo de Escorpio porque produce la muerte de la personalidad. Por ello Escorpio también es el signo de la muerte y de la inhumación en la tierra, para ascender a las cumbres, alcanzando su cima en Capricornio.
El octavo trabajo de Hércules consistió en destruir a la Hidra de Lerna, una especie de ancestral serpiente de nueve cabezas que moraba en una lóbrega y oscura cueva de un pantano de tierras y aguas estancadas, pestilentes y absorbentes.
Las ciénagas de los pantanos por la acuosidad de sus tierras son conocidas por ser movedizas y hundir en sus profundidades cualquier ser u objeto pesado que las holle. En el mito, este cenagal representa a la naturaleza inferior de la humanidad, dormida, dejada y abandonada inconscientemente al poder magnético de todo lo material. El fangal que engulle las nobles aspiraciones y la naturaleza divina de los hombres.
La Hidra era un monstruo arcaico caracterizado por poseer nueve cabezas mortales y una inmortal. La decapitación de una de ellas suponía la resurrección doble de la cabeza. La cabeza inmortal era inaccesible hasta la subyugación de las otras nueve mortales.
La Hidra encarna los egregores generados por los hombres, todas las acciones dirigidas a la satisfacción de sus impulsos inferiores, el producto del instinto y del intelecto del cuarto reino. La Hidra, como todo egregor, habita en las zonas sombrías de la inconsciencia del hombre. En pocas palabras, la Hidra es el Guardián del Umbral.
Sus nueve cabezas constituyen los problemas u obstáculos que ha de vencer todo discípulo. Estas nueve pruebas pueden dividirse en tres grupos:
- Pruebas físicas: relacionadas con el sexo, la comodidad y el dinero
- Pruebas emocionales: relacionadas con los miedos, el odio y la ambición
- Pruebas mentales: relacionadas con el orgullo, la separatividad y la crueldad
Estas pruebas son los obstáculos que impiden la iluminación del discípulo. Cuando se superen, la Luz del Alma guiará entonces sus pasos.
Veremos con detenimiento estas pruebas en reflexiones a parte.
Resulta muy clarificador comprobar que cada una de estas tres pruebas puede combinarse con el estado de cada hombre en los tres aspectos comentados de este signo: serpiente, escorpión o águila. Por ejemplo, podemos identificarnos con el símbolo del la serpiente para la prueba física del sexo, de forma que admitamos honestamente que nuestro control sexual es débil o inexistente y somos incapaces de transmutar nuestra energía sexual en aspiración superior. O también que nos sintamos identificados al mismo tiempo, en nuestra vida cotidiana, con el símbolo del águila en la prueba mental del orgullo, de forma que nuestras acciones estén orientadas por la profunda humildad de nuestro corazón.
Antes de iniciar su partida, el maestro le proporciona a Hércules un consejo que encierra la clave para la superación de la prueba de todo aspirante en este signo:
Ascendemos arrodillándonos;
Vencemos cediendo;
Ganamos renunciando.
En su aproximación, Hércules se apercibe del peligro de sondar la tierra del pantano, viéndose hundido o, más bien, atraído al fondo de la ciénaga. Así desarrolla la discriminación para darse cuenta del aquí y ahora, del poder magnético de la ilusión generada por la materia.
Después, dedica innumerables esfuerzos para localizar la Hidra, la ubicación de todo lo causado por su naturaleza inferior. Así desarrolla la paciencia en la tarea de visualizar el origen del problema.
Para ello, lanza flechas de fuego a la lúgubre cueva donde residía la Hidra para hacerla emerger a la superficie, es decir, que mediante la aspiración espiritual (lanzar flechas de fuego) el discípulo puede revelar la presencia de sus obstáculos personales.
No podemos vencer nuestros vicios y hábitos cristalizados con los recursos de nuestra personalidad, pues fracasamos o los hacemos más fuertes (resurgir doble de la cabeza).
En la ciénaga le fue imposible a Hércules vencer a la Hidra.
Pero recordando el consejo del Maestro “nos elevamos arrodillándonos”, Hércules se arrodilla y eleva a la Hidra. De esta forma, el discípulo traslada los obstáculos a otra dimensión. Pero como vemos en el mito, requiere de Hércules desarrollar una acentuada humildad (arrodillarse) para vencer el orgullo de su personalidad.
Elevando sus problemas a la Luz del Yo Superior, el discípulo degrada a la Hidra, es decir, sus vicios, y la inercia de su instinto e intelecto es superada.
A Escorpio a veces se le conoce como el signo de la muerte justamente porque el aspirante asesta un golpe mortal a su naturaleza inferior. Liberado, el hijo pródigo regresa a la casa del padre.
El mito nos relata que, una vez fenecida la Hidra, surgió su cabeza inmortal. Hércules la cortó y, aún con vida, la enterró bajo una roca: la vitalidad de la naturaleza inferior aún persiste pero debe de someterse al servicio de la nuestra Voluntad Superior (roca).
Escorpio en nuestra vida cotidiana
La energía de Escorpio está saturada de oportunidades. Es un signo que nos coloca en la encrucijada de seguir combatiendo como siempre o confrontar la vida desde un ángulo diferente.
Escorpio es tenaz y perseverante. Si con un embate librado a la vieja usanza el discípulo se cree victorioso pronto se dará cuenta de su fugaz dicha. Es como si la energía del signo no quisiera perder un segundo de su tiempo. Los obstáculos se presentan incluso a tropel. El discípulo confronta la vida desde su Yo Superior o sucumbe en el devenir de sucesivas victorias y derrotas. No existe un punto neutro, el aspirante o el discípulo es impelido a moverse en una u otra dirección. Tampoco hay tiempo ni espacio para la adaptación o la resignación.
Por ello, el primer paso va a consistir en discriminar la situación, en darnos cuenta de lo que está acaeciendo. Después, con humildad hemos de aceptar que no podemos liberarnos de esas situaciones como hasta ahora habíamos hecho, necesitamos un nuevo enfoque para el que no estamos preparados. El reenfoque, la aceptación, la Luz… van a transportarnos a una realidad y valores profundos y perdurables.
En la rueda del zodíaco, en el signo de Escorpio se induce al aspirante a trabajar en sentido inverso a las agujas del reloj: de Aries a Piscis por vía de Tauro, en vez de trabajar como el hombre común, esclavo de su naturaleza inferior, en sentido retrógrado desde Aries a Tauro vía Piscis.
Fruto de nuestra renuncia arribamos a Sagitario exhaustos pero victoriosos.
Betania
2014
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